jueves, 24 de julio de 2014

Oración y suplica a la Medalla Milagrosa


Oh Virgen Inmaculada, sabemos que siempre 
y en todas partes estás dispuesta a escuchar las oraciones 
de tus hijos desterrados en este valle de lágrimas, 
pero sabemos también, que tienes días y horas en los 
que te complaces en esparcir más abundantemente los tesoros de tus gracias.

Y bien, oh María, henos aquí postrados delante de Ti, 
justamente en este día y hora bendita, 
por Ti elegida para la manifestación de tu Medalla.
Venimos a Ti, llenos de inmensa gratitud y de ilimitada 
confianza en esta hora por Ti tan querida, para agradecerte 
el gran don que nos has hecho dándonos tu imagen, 
a fin que sea para nosotros testimonio de afecto y prenda de protección.
Te prometemos, que según tu deseo, la santa Medalla será el 
signo de tu presencia junto a nosotros, será nuestro libro 
en el cual aprenderemos a conocer, según tu consejo, 
cuánto nos has amado, y lo que debemos hacer para que no sean inútiles 
tantos sacrificios tuyos y de Tu Divino Hijo.
Sí, Tu Corazón traspasado, representado en la Medalla
se apoyará siempre sobre el nuestro y lo hará palpitar al unísono con el tuyo.
Lo encenderá de amor a Jesús y lo fortificará para llevar cada día la cruz detrás de Él.

Ésta es tu hora, oh María, la hora de tu bondad inagotable, 
de tu misericordia triunfante, la hora en la cual hiciste brotar, 
por medio de tu Medalla, aquel torrente de gracias y de prodigios 
que inundó la tierra. Haz, oh Madre, que esta hora que te recuerda 
la dulce conmoción de Tu Corazón, que te movió a venirnos a visitar 
y a traernos el remedio de tantos males, haz que esta hora 
sea también nuestra hora, la hora de nuestra sincera conversión, 
y la hora en que sean escuchados plenamente nuestros votos.

Tú, que has prometido justamente en esta hora afortunada, 
que grandes serían las gracias para quienes las pidiesen con confianza: 
vuelve benigna tu mirada a nuestras súplicas.

Nosotros te confesamos no merecer tus gracias, 
pero, a quién recurriremos oh María, sino a Ti, 
que eres nuestra Madre, en cuyas manos Dios ha puesto todas sus gracias? 
Ten entonces piedad de nosotros.
Te lo pedimos por tu Inmaculada Concepción, 
y por el amor que te movió a darnos tu preciosa Medalla.
Oh Consoladora de los afligidos, que ya te enterneciste 
por nuestras miserias, mira los males que nos oprimen.

 Haz que tu Medalla derrame sobre nosotros 
y sobre todos nuestros seres queridos tus benéficos rayos: 
cure a nuestros enfermos, dé la paz a nuestras familias, 
nos libre de todo peligro.
Lleve tu Medalla alivio al que sufre, 
consuelo al que llora, luz y fuerza a todos.
Especialmente te pedimos por la conversión de los pecadores, 
particularmente de aquéllos que nos son más queridos.
Recuerda que por ellos has sufrido, has rogado y has llorado.
Sálvanos, oh Refugio de los pecadores, 
a fin de que después de haberte todos amado, 
invocado y servido en la tierra, podamos ir a agradecerte 
y alabarte eternamente en el Cielo.

Amén.

Oraciones Católicas de Poder

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